Cada vez más a nivel global instituciones y ciudadanías profundizan el reconocimiento de los derechos humanos de sectores de la población tradicionalmente postergados como mujeres y colectivos de la diversidad.
Esta apertura se hace visible en todos los niveles de contacto y trato, incluida la comunicación.
Todos los tratados internacionales y regionales de derechos humanos resaltan la necesidad de la no exclusión de ningún sector poblacional por razones de sexo, género ni orientación sexual. Y algunos destacan particularmente la importancia de que sean removidos de nuestra sociedad y cultura los patrones estereotipados de conducta.
Esos acuerdos son de obligado cumplimiento en los países que los ratifican y suelen estar acompañados por normativa nacional que implementa sanciones y llamados de atención para quienes la infringen.
La comunicación del siglo XXI no puede permitirse dejar fuera de escena a amplios sectores de la ciudadanía. Una comunicación inclusiva redunda en mayores beneficios para todos los actores involucrados.